Poesia en el Huerto del Rey Moro

Alguien, una vez, dijo: «sin pan, podráis vivir tres dí­as; pero sin poesí­a, nunca».
Ese alguien, era un tal Baudelaire.

En el Huerto del Rey Moro no estamos tan seguros, no sabrí­amos como llevarla sin el rico pan que hacemos los lunes; pero por si este tal Baudelaire tiene razón… ya empezamos a sembrar poesí­a:

Canto al cumpleaños
del Huerto del Rey Moro.
Juan Sebastián Martí­nez

Este sábado tercero
a orillas de primavera
he regresado a Sevilla
para adorar a la Tierra.

Quiero amasar el pan nuevo
sin importarme la espera
la lluvia me ha bendecido
como ayer lo hizo la estrella.

Hoy por ti, Planeta Madre,
un dí­a de nuestra Era,
festejo este aniversario
en tu huerto sin fronteras.

Sortilegio.
Lola Garcí­a Granados

Hojas de árbol
Flores de plantas
Raí­ces de arbustos
Animal que corre
Pez que nada
Anámona marina
Ave que vuela
Ojos que ven
Pies que recorren
Manos que acarician
Labios que besan
Piel que siente
Boca que habla
Conversación de amigo
Stella maris
Vento che soffia
The far mountain
Un nouveau parfun
Tovarich
Sakura (aisteru) watasimo
Ich libe
Sorguiñen laratzu
Fuente de manantial
Hielo de glaciar
Agua de ocáano
Haz que desaparezca
la estupidez
del gánero humano.

Reino fecundo.
Monzerrat Morales.

En centro del corazón
de una manzana, simientes.
Abrieron puños los dioses
al vuelo, de sus manos
proyectadas a la tierra.

Calidad de platino,
dureza de diamante,
sobre tierra de concreto
titánica tarea dar
alimento fructuoso.

Gritos de guerreros
abrieron la tierra, golpes
de estruendo, cultivaron
raí­ces de oro,
turquesa, jade y obsidiana.
Semillas de los dioses.

Huerto del rey convierte
en cristales de sol, agua
del Guadalquivir que baña
el corazón de un reino
moro que late, vive.

De manos de titanes
que lo cosechan, nacen
a vuelo los quetzales
y papagayos, salen
de las raí­ces, brotan
germinadas obsidianas,
talladas piedras brillan
de lapislázuli, frutos
de jade y ámbar, crecen
en frondas flores, y de
manjares iluminan
de frutos el reino entero.

Tan al margen.
Esperanza Jorge Barbuzano

Yo no miro hacia los lados
por si me encontrara algo por lo que creyera
que me debo despertar.
Â
Yo no escucho comentarios
venidos a saber de dónde,
por si fueran ciertos y tuviera que entristecerme.
Â
Yo no cuestiono mi sexualidad
por si fuera a caer en perversiones obscenas
que me hicieran disfrutar libre sin condiciones.
Â
Yo no me hago preguntas
sobre las desigualdades que infestan los pueblos
por si la respuesta tuviera mi nombre.
Â
Yo no bailo ritmos extranjeros
por si se me enredaran fronteras en el tacón
y al dar vueltas, sin darme cuenta, las destrozara.Â
Â
Yo no veo atardeceres
que no están enmarcados en el televisor
por si tuviera que recordarlos entre vinos y amigos.
Â
Yo no lloro, ni rí­o, libremente en público
por si al cogerle el gusto
me convirtiera, fatí­dicamente, en persona.
Â
Yo siempre escribo sobre mí­
por si alguien quiere descubrirme y disfrutarme
así­, tan al margen, tan nadie.